martes, 5 de agosto de 2008

(Serie Aires 2) Aires bajos

En el nivel de mis Aires bajos, mi timbre provoca decibeles anodinos y los sirirìs entregan un remoto mensaje.
Los perceptivos sépalos tientan con arpegio a desprevenidos colibríes, mientras la atmósfera impávida abraza constelaciones de fusas liberadas.
En los aires bajos, columnas de alondras suspiran al llegar las vibraciones de la primavera y las vetas de maderos vanidosos tiemblan al paso del tirano almizcle.
Lar de islas varadas en aguas evasoras, de estambres ávidos de vientos sin vibrato, de cíclicos mascarones de proa enamorados de sirenas sin destino, de vados inmovilizados por penurias ajenas, de arrullos llegados de historias complacientes.
Nada es ajeno al ascenso y descenso de débiles ansiedades. Ellas hipnotizan a dagas sin prurito y tamizan las alforjas de inquietudes. Ellas hieren la noble seda que reposa en el perlado regazo de mis aires bajos.

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