A mis anclas no las roe el agua,
no las devora el viento,
no las mueven las mareas.
A mis anclas no las destruyen las sirenas, ni Poseidón,
no las abren ni conjuros ni artificios,
no las arrastran ni arenas ni tormentas.
A mis anclas la esclavizan el amor y la libertad,
la confianza y la comprensión,
el desapego y el corazón.
A mis anclas la esclavizan la humildad y la ternura,
la transparencia y el afecto,
la verdad y la entrega.
No leven anclas!, naufragaría.
lunes, 30 de marzo de 2009
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